La familia de Alfonso Muñoz Mancera quiere daros las gracias a vosotros, hombres y mujeres, socios y simpatizantes, amigos al fin y al cabo de la Peña Rincón del Cante», por la dura tarea realizada para conseguir llevar a término esta edición, la número XX, de vuestro Concurso Anual de Cante Flamenco.
Nosotros estuvimos allí, quisimos estar con vosotros, intentando llenar mínimamente el inmenso vacío dejado por nuestro padre. Aunque el dolor se nos hacía insoportable al ver su foto sobre el escenario, al escuchar un acorde de la guitarra que tanto quería, al ver llegar a esos cantaores y cantaores a los que él recibía cada año con tanto respeto y tanto cariño a la vez, al veros a vosotros con los ojos empañados por las lágrimas contenidas, al estar en ese sitio donde hace tan sólo un año estuvimos acompañándolo a él, para darle fuerza y ánimo en aquella despedida tan bella que hizo a su amigo Paco,»el trabajita».
Quisimos estar allí también porque de alguna manera, inexplicable, su presencia se nos hacía más real, más tangible, porque en ese ambiente se respiraba el olor de nuestro padre, por la fuerza del empeño y el amor que sentía por este concurso.
Es bueno que sepáis que hasta sus últimos días de vida, en aquella triste habitación de hospital, parecía estar más preocupado por el concurso que por su propia salud. Y decía a mi madre que llamara a Félix, o al Chispas, para decirles que tenían que llamar a un cantaor, o que tenían que hacer tal o cual cosa. Nosotros le animábamos diciéndole que tenía que poner mucha energía en recuperarse para estar perfecto el día 2 de julio, tenía que estar tan guapo y fuerte como siempre para subir a ese escenario y presentar como sólo él sabía hacerlo, con esa voz tan genuina que llenaba el patio del colegio y se expandía sobre el cielo de Campanillas como un susurro melodioso y cargado de poesía en cada palabra, con una sensibilidad que llegaba al alma de los presentes y a la vez una disciplina que él mismo se imponía para dar toda la seriedad que merecía a su concurso de cante.
No pudo ser. Estaba escrito en el libro de la vida que él no llegaría a ver este concurso. El año pasado, algunos de sus hijos le ayudamos a poner con números romanos el 19. Lo recuerdo como si fuese hoy. No sabemos quién habrá puesto este año el número XX, pero le mandamos un abrazo porque estamos seguros de que alguna lágrima escaparía de sus ojos al hacerlo.
Mandamos un abrazo a nuestro tío Cristóbal, por su entereza allí en la entrada, repartiendo esos claveles rojos que tanto gustaba a nuestro padre regalar a las mujeres. Un abrazo para su amigo Antonio, de Radio Pinomar, al que tanto apreciaba y que estuvo allí, echándole de menos. Un abrazo a todos los hombres y mujeres que trabajaron detrás de la barra, dando normalidad a una noche que para ninguno era normal. Un abrazo a todos los participantes en el concurso, por haber venido, por haber cantado como a él le habría gustado escucharlos. Un abrazo al público que se puso de pie para dar a Alfonso una sentida ovación. Un abrazo a todos los que no nombramos aquí porque no sabemos sus nombres, pero pudimos verlos allí, con los ojos rasos. Un gran abrazo a sus hermanas, Josefa, Isabel y Anita, porque sabemos cuánto dolor tienen por su pérdida y quisieron acompañarnos, una vez más. Un abrazo a Félix, su amigo de toda la vida, que seguramente recordaría como nunca aquella conversación en el campo, en la que los dos, medio en broma, medio en serio, decidieron crear su peña flamenca, conversación que nuestro padre nos contó muchas veces, destacando la generosidad de Félix, que ofreció una casa que tenía para empezar el proyecto. El sueño de los dos era crear un espacio en el que se pudiera hablar de cante entre amigos, en el que se pudiera escuchar cante y comentar, ante una botella de fino, sin prisas, fomentando así un arte tan nuestro. Sin duda, nunca imaginaron que aquel sueño llegaría tan lejos.
Y un abrazo muy especial, muy grande, a Juan, nuestro Chispa, su amigo querido, inseparable, por el gran trabajo realizado sustituyendo al presentador de siempre. Lo hizo muy bien, a pesar de la pena que tiene en su corazón desde aquellos tristes días de hospital. Hizo lo que sólo la fuerza de la amistad más profunda puede hacer, regalarle a nuestro padre la presentación de sus cantaores, de su música favorita, olvidando por un momento los avatares con los que la vida nos reta continuamente.
Todos los que conocéis este concurso, sin duda conocéis a nuestro padre. Alfonso se fundía con su concurso.
Por todo ello, por haber logrado este hermoso trabajo, por haber trabajado tantos años con nuestro padre, por haber aparcado el dolor para darle esta inmensa satisfacción, queremos daros las gracias.
Un abrazo para todos los socios de la Peña, que tan feliz lo hizo tantos años.
Gracias a todos y todas por haber estado ahí, como siempre, aunque en nuestros corazones sentíamos que no era como siempre.
Alfonso Muñoz Mancera, Presidente de la Peña «Rincón del Cante», de Campanillas, gracias por haber vivido.